Cuando vio el balón entrar en la portería, con suspense, pero atravesando la línea de gol, no hubo quien contuviera a Manu Vallejo. Era el 94 y el gol que abría el camino a una victoria más que necesaria y muy buscada por el equipo, que no cejó en su empeño aún viendo como por momentos costaba penetrar en la tela de araña que había elaborado el Celta de Vigo tras quedarse con 10.
El gaditano, que finalizó con algo de fortuna una gran combinación con Kang In, celebró con rabia el tanto con un grito repetido: “Vamos” mientras se le iban acercando los compañeros, Soler que lo levantaba al aire o Gayà que pronunciaba algunas palabras irreproducibles. Imágenes de carácter, de fe y de compromiso.
Imágenes de unión que se reprodujeron solo unos minutos después cuando Kevin Gameiro convertía el segundo haciendo buena una gran asistencia de Thierry Correia. El sufrimiento se convertía en alegría. El premio al trabajo realizado, por momentos con dificultad por la tensión de la responsabilidad de la que es consciente el vestuario.
Y ahora el convencimiento de que este camino de esfuerzo, sacrificio y fe en las posibilidades es el que hay que seguir en las próximas jornadas. Para volver a celebrar con rabia los goles y las victorias del Valencia CF.
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