Baraja: “El partido es muy importante y queremos dedicarle la victoria a las víctimas y damnificados por la DANA”
El técnico del Valencia CF en la previa del encuentro ante el Real Betis Balompié
Tal día como hoy… El 24 de mayo de 2013 nos dejó a los 87 años una leyenda como don Antonio Puchades Casanova, uno de los mejores futbolistas valencianos y valencianistas que marcaron una época en el club de su vida y en el fútbol español con el ‘6’ a su espalda. Participó en el Mundial de Brasil de 1950, en el que la ‘Roja’ logró su mejor clasificación (cuarto puesto), hasta conquistar el título en la cita de Sudáfrica de 2010, y en el que fue elegido mejor volante izquierdo de este torneo internacional.
‘Tonico’ se erigió en uno de los centrocampistas más valiosos del Valencia CF desde mediados de los años 40 hasta finales de los 50 en los que dejó su legado futbolístico para toda la historia centenaria blanquinegra. Debutó con la camiseta del murciélago en la segunda jornada de Liga de la temporada 1946-47 con victoria por 1-2 en Balaídos ante el Celta, con doblete de Mundo. Y jugó trece temporadas con el equipo blanquinegro, con casi 300 partidos oficiales con el que conquistó la Liga 1946-47, dos títulos de Copa en 1949 y 1954 y una Copa Eva Duarte, actual Supercopa de España, en 1950. Además, fue 23 veces internacional con la selección española.
Fue un auténtico pulmón en el centro del campo, ocupaba mucho espacio, corría metros y metros y se desenvolvía como nadie en terrenos de juego embarrados, quizá por su estrecha vinculación a los impresionantes arrozales de su Sueca natal. Se le recuerda formando pareja en la parcela ancha del Valencia CF con otra leyenda como Bernardino Pérez Elizarán ‘Pasieguito’. Se complementaban como nadie en el campo y los ‘viejos del lugar’ destacan que Tonico y Pasieguito fueron los predecesores de otra dupla magnífica varias décadas después formada por David Albelda y Rubén Baraja en los primeros años del Siglo XXI.
Puchades aterrizó en Mestalla gracias al buen ojo de Carlos Iturraspe, un delantero valencianista importante en la década de los 30 y 40, quien lo vio jugar en Sueca y avisó a los directivos del enorme potencial de este rubio. Le hicieron caso, pero su primera temporada la jugó en el CD Mestalla salvo cuatro partidos con el primer equipo. Eso sí, a partir de ese momento nadie le quitó ya de la titularidad. Fue tan importante en el Valencia CF que muchos clubes llamaron a su puerta. Uno de ellos el FC Barcelona lo reconoció abiertamente y nuestro protagonista, sin pelos en la lengua, les contestó que no. “El honor de un chico suecano es jugar en el Valencia, no en el Barcelona o el Real Madrid. Yo podría haber ido al Barça, porque me quería, pero yo rehusé, no quise ir. ¡Y eso que me pagaban el triple! Pero dije que no, que prefería quedarme en el Valencia y en mi Sueca”, afirmó en una entrevista a RTVV.
Se le recuerda fuera del fútbol por su amistad con el gran portero blanquinegro de esa época Ignacio Eizaguirre, quien le vendió el famoso Fiat Topolino con el que viajaba junto a sus compañeros y vecinos de Sueca Daniel Mañó, Paco Sendra, Pepe Solves y Juan Ibáñez a Valencia para entrenar y jugar los partidos. Con sólo 33 años tuvo que dejar el fútbol por culpa de una terrible ciática que no le dejaba moverse y disputó su último partido oficial el 23 de marzo de 1958 curiosamente contra el Celta, club ante el que debutó en Primera. El inicio y el fin de su carrera. Se despidió de su Valencia CF y del fútbol un 8 de diciembre de 1959 en un partido homenaje en Mestalla frente al Niza. Este suecano ilustre nos dejó tal día como hoy y, desde ese momento, se convirtió en una figura inmortal para el valencianismo.
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