Una de las principales cualidades de Thierry R. Correia es su enorme potencial físico. Intensidad, potencia, velocidad, recorrido… El nuevo fichaje del Valencia CF está considerado como uno de los jugadores con más proyección de las generaciones 1997, 1998, 1999 y 2000 y los técnicos no dudan en señalar que esa es, precisamente, su virtud más característica de entre las que lo definen como futbolista. Pese a que tiene tan solo 20 años, el portugués tiene materia prima para alcanzar cotas altas en Mestalla. Ya ha dado pinceladas de su fútbol en los partidos que ha jugado con el Sporting CP, así como en su exitoso paso por las inferiores de la selección de Portugal (ha conquistado Eurocopa Sub-17 y Sub-19). Ahora llega a València decidido a sacar todo lo que lleva dentro.
A Thierry, parte de sus condiciones, le vienen dadas por naturaleza. “Su físico es pura genética, lo ha heredado de su padre”, aseguran los que mejor conocen al futbolista. Su punto de partida, en este sentido, era bastante alto en comparación con los otros chicos de su edad (siempre ha destacado por su capacidad), pero a medida que fue quemando etapas y ascendiendo por las categorías inferiores del Sporting CP el nuevo jugador del Valencia CF fue desarrollando cada vez más su físico privilegiado, hasta que al llegar a los 18 años se produce un cambio fundamental para rematar su formación. Fue entonces cuando los técnicos del club portugués decidieron someterlo a una preparación que perfeccionaría su físico y que le ayudaría a alcanzar el siguiente nivel.
El lateral venía de mostrar sus primeros fogonazos con la generación del ’99, una de las más brillantes que ha dado Portugal en los últimos años, cuando el Sporting CP le diseñó un programa de entrenamientos específicos en el gimnasio con el objetivo de “prepararlo para ganar más duelos” con vistas a un aterrizaje en la élite que estaba ya a la vuelta de la esquina. Desde ese momento, Thierry no ha abandonado este tipo de rutina y hoy es un jugador que no solo destaca por su proyección ofensiva sino que, pese a su juventud, destaca como un jugador equilibrado y preparado para batirse en duelos tierra-aire con los rivales desde el primer día. Nada más llegar a Mestalla le informaban de la exigencia física del método de Marcelino. “No será un problema”, asumía convencido.